Educar es construir en el futuro. Por eso la labor de una mujer que educa, es igual o más importante la que hace una madre con sus hijos. Los profesores se convierten en los segundos padres para sus alumnos y esta labor se hace más importante cuando es una mujer quien educa, convirtiéndose en la figura maternal educativa en cada alumno.
La labor de la mujer educadora fue un pilar para el desarrollo ideológico que comenzó en Europa. Grandes mujeres pensadoras y activistas como Olympe de Gouges, Mary Wollstonecraft, Harriet Taylor, Eleanor Marx, Lou Andrea Salome, Rosa Luxemburgo, Simone de Beauvoir, entre otra lista de mujeres, hicieron posible un desarrollo pensante en el viejo continente en el despertar del siglo XX.
Respecto al hombre, la mujer representa una figura maternal y con desarrollo pensante diferente y familiar, respecto al hombre, aplicada al campo de la educación. Y en la formación desde la niñez, el papel de la maestra que educa con amor es fundamental. Los mismos padres desarrollan una actitud afín y de confianza cuando una mujer es quien soporta la educación y crecimiento de sus hijos, en el sitio que más pasa la mayor parte del tiempo: el colegio.
En un país donde sobresalen las oportunidades para los hombres, la labor de la mujer educadora cobra una alta relevancia en nuestro país. Eso por ello que ellas se convierten en la base del desarrollo educativo, donde ellas sobresalen por su actitud maternal y de dedicación entre los estudiantes.
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